
Apenas hace año y medio, escribí en la primera publicación de este blog: “Andar en bici por Latinoamérica no es necesariamente una alternativa a la normalidad, sin embargo es la manera en que hemos decidido expandir nuestra imaginación y confrontar lo que yace más allá de lo familiar. Es el método, mas no la conclusión final.”
Cuando escribí eso, jamás me imaginé todos los cambios que vendrían, tanto para nosotros personalmente como a nivel mundial. En ese entonces, aún ni existía ninguna vacuna para el Co-vid, pero sé que desde entonces mis esperanzas siempre se lanzaron más allá de una simple vacuna, ó un simple tour en bicicleta, para después regresar al trabajo y la vida “normal”, business as usual— como ahora parece que está pasando en la mayor parte de las sociedades humanas donde está disponible. Y yo también, muy probablemente, hubiera caído en lo mismo. Sin embargo, dicen por ahí que el hubiera no existe, y quién como el tiempo nos puede confirmar cuando hayamos tomado la mejor decisión para uno mismo.

Quizás el cicloviaje no era la conclusión final para mí desde un inicio, pero sí ha sido la mejor escuela donde aprendí de otras formas de existir y de ser parte de este planeta, que de repente sentí tan amplio, extenso y lleno de posibilidades. ¡Y eso sin siquiera salir de México! La verdad es que apenas y visitamos una fracción de este sólo país, pero ni así nos dimos abasto con la riqueza de sus culturas, la diversidad de sus paisajes, la profundidad de su historia, y la amabilidad de su gente. Quizás se preguntarán: bueno, y si todo fue tan maravilloso, ¿entonces por qué no continuarán haciéndolo?
Para contestar bien esa pregunta, debería explicar que para mí el cicloviaje es —más que un viaje— un estilo de vida. Uno que no necesariamente tiene fin, pero que sí a veces requiere descansos, porque es cansado, tanto en lo físico como mentalmente. Uno que a veces te frena por la inescapable necesidad de capitalizarse. Uno del que a veces simplemente necesitas distanciarte para reflexionar, digerir lo aprendido, o buscar un nuevo enfoque. También puede que pares al encontrar justamente algo que habías estado buscando. Ó, es posible que surjan cosas que jamás te esperabas pero que se convierten en tu prioridad más inmediata. Pues a mí me pasó un poco de todas estas razones, pero el momento definitivo en que decidí que ya era hora de hacer una larga pausa fue cuando Tecas y yo nos enteramos de que vamos a ser padres.

Estábamos en el malecón de Puerto Vallarta —irónicamente, mi hogar— y justo al atardecer mirando los voladores de Papantla decidí que ya no aguantaba más la duda (porque sí lo presentía), y fuimos a comprar una prueba de embarazo. Lo que más me impresionó o me sorprendió de la noticia no fue el hecho en sí, sino mi reacción a ella. Quienes me conocen probablemente también creyeron que estaba lejos de querer convertirme en madre, pero después de 15 meses deambulando en bicicleta, veo que no hay montaña ni subida a la cual temerle cuando no te enfocas en su punto más alto, sino en el que tienes directamente en frente. Que lo más pesado de todo lo que llevas cargando es tu propia mente. Son de los muchos efectos maravillosamente irreversibles del cicloviaje. “Pues... ¿por qué no?” fue en resumen la conversación que tuvimos Tecas y yo esa noche en casa de mi mamá, tratando de poner en práctica ese regalo de ligereza que nos ha transmitido la bici.

Desde que Tecas, Delta y yo regresamos a Jalcomulco, Veracruz—lugar al que llegué por primera vez sobre dos ruedas y exhausta— mi realidad ha dado un giro de 360 grados. Ahora mis días son muy parecidos el uno del otro y mi nuevo reto es de quedarme quieta. Si durante el último año me parecía incierto hacer planes para dentro de pocos días, ahora me toca prepararme de mente y cuerpo para lo que viene dentro de nueve meses, y que al mismo tiempo ya inició. Después de 5 años sin comer carne, con la única excepción de un chile en nogada en Chignahuapan, Puebla que por cierto valió totalmente la pena, ahora mi cuerpo me lo exige con un antojo voraz. Me es evidente que estoy entrando a una etapa muy diferente en mi vida, uno que trata principalmente de incubar—incubar mi energía, incubar mi visión, ideas, nuevos proyectos y literalmente una nueva vida.

La etapa del embarazo es muy inusual y a su vez mágica, porque estamos creando al mismo tiempo de que ya estamos criando. No importando la fuente, todos parecen estar de acuerdo— tanto los médicos y académicos como parteras y abuelas— de que un bebé ya empieza a mamar y absorber todo a través de su madre desde el útero, lo cual se refleja en las vitaminas y minerales que consumas, así como en los sonidos que te rodean, el tono de tu voz, y seguramente una infinidad de detalles que desconocemos, o más bien de los cuales aún no somos conscientes. En otras palabras, ya existe un pequeño espejo dentro de mí. Todo mi entorno es tan importante a lo largo de este proceso como es la calidad del suelo en la que un campesino siembra su semilla. La intención y la esperanza siempre es de que crezca bien, pero ¿cómo sabemos qué está bien? ¿Qué significa estar bien para mí? ¿Qué me hace sentirme bien?

Algunos pensarán que la bici te enseña que no necesitas mucho para vivir bien... pero eso no es cierto. Yo me di cuenta que de hecho sí requiero de mucho para vivir y sentirme bien, sólo que lo que necesito no son cosas, ni dinero. Me di cuenta además, que lo que realmente necesito no solía serme una prioridad, pero la buena noticia es que sólo es cuestión de soltar unas cosas por otras...
Para vivir y sentirme bien, necesito espacio, necesito tiempo— y quién mejor entiende de eso que la propia naturaleza. Necesito estar cerca de ella.
Para vivir y sentirme bien, necesito no sólo comer, sino alimentarme con el fin de mantenerme sana y nutrida— y no me refiero solamente a la comida, sino a todo lo que absorbe mi paladar, mi estómago, mis pulmones, mi piel, mis oídos, y mis ojos. Necesito a mi cuerpo, y mi cuerpo necesita salud, cuidado y respeto como todo animal o planta de este planeta.
Necesito estar en paz. Conmigo misma, con las personas que me rodean y con el entorno en que me encuentro. Suena sencillo pero la paz hoy en día no es algo tan fácil de encontrar entre el bullicio, ni tampoco se puede comprar.
Y necesito amor. Actuar y hacer cada cosa desde la fraternidad y por amor, y nada más.

Son conceptos muy básicos y palabras que hemos escuchado miles de veces. La mayoría de las personas creemos entender lo que quieren decir, sin embargo por alguna extraña razón, en muy pocos lugares se ejercen. La búsqueda constante de estos elementos esenciales a lo largo de nuestro viaje me mantuvieron activa y sintiéndome más viva que nunca— lo cual no pienso dejar a un lado. Al contrario, ahora hasta se multiplica nuestra motivación y obligación de seguir por este camino que ya empezamos a andar... porque por lo que veo del futuro hacia el cual nos dirigimos el mundo entero, considero que es lo más valioso que podríamos dejar como herencia.

Justo hoy después de terminar de escribir esto, escuché una entrevista que acaba de dar la actual Secretaria de Economía del país Tatiana Clouthier, y ella terminó la sesión con una pregunta que me gustó mucho, y que creo ser un buen seguimiento a esa pregunta que yo hice en mi primera publicación de este blog.
Yo pregunté: ¿Estamos realmente esperando volver a la normalidad, o estamos listos para construir algo diferente?
Ella agrega: ¿Quién eres después de la pandemia, y qué vas a hacer con lo que tienes?

Gracias bici, gracias vida y gracias México… pero sobretodo gracias Papá, por traerme a todo esto.
¡¡Y gracias a ti!! Por leer. Ha sido un enorme placer compartirles un poquito de lo que pasa por mi mente, y ojalá un día nos volvamos a encontrar sobre la página. Como dirían mis nuevos paisanos Jalcomulqueños… primero Dios :)
Comentários