top of page
Buscar

Espejito, Espejito

Foto del escritor: AlysiaAlysia

Aunque no sabemos exactamente qué día durante el mes de Agosto, Delta está por cumplir su primer año de vida. En términos caninos, deja de ser una cachorra y se convierte en una perra de edad adulta— cerrando un bello ciclo de crecimiento, transformación y aprendizaje para el cual ha sido un gran honor poderla acompañar.



Recuerdo con un nudo en el estómago los primero 30 minutos después de haber decidido adoptarla. Ibamos saliendo de El Cuyo, Yucatan, y yo la cargaba por primera vez sobre mi pecho en una mochilita rosada. Nunca olvidaré el sentimiento de sus patitas empujando contra el zíper, el sonido del cierre que abría lentamente, y mi mano derecha que se extendió insuficientemente rápido hacia el freno, causando que Delta se cayera a la carretera. Me paralicé inmediatamente— a pesar de escuchar sus chillidos—y me inundé de miedo. Miedo a voltear hacia atrás, miedo a que se haya lastimado, miedo a lo que me estaba comprometiendo, miedo a sentirme culpable por el bien o malestar de otro ser, miedo a asumir la responsabilidad de su frágil vida. Después de que Yeni saliera corriendo detrás de ella, verificáramos que todo estuviera bien, y la ajustáramos con un pareo de manera más segura y protegida, seguimos nuestro camino hasta el pueblo de Dzonot Carretero— un trayecto relativamente corto, pero que según mis recuerdos, me pareció eterno.


Todo el rato, me iba cuestionando sobre todas mis decisiones; desde el exponer a Delta a este tipo de peligros, hasta el estar exponiéndome a mi misma a esos mismos tipos de peligros— los cuales hasta hace poco, no se habían concretado en una realidad que me hiciera vibrar hasta los huesos.


Por otra parte, Delta iba muy tranquila y hasta contenta, olfateando los paisajes y mirándome compasivamente con ojitos de clemencia. Ni ella ni yo habíamos anteriormente intentado rodar de esa manera, siendo algo nuevo para ambas que aprenderíamos juntas.


Y así fue como desde un inicio, desarrollamos nuestra propia comunicación. Aprendí a diferenciar cuando quería agua, hacer del baño, le molestaba el sol, o simplemente estaba aburrida, y quería salir a jugar o correr un rato. Aprendí a leerla con unos ojos nuevos que se me formaron en la nuca para poderla percibir en su remolque. Descubrí que mi bici se mueve muy ligeramente hacia adelante y hacia atrás con el movimiento de su aliento cuando estamos frenadas, cuyo ritmo me ayuda a deducir su estado de ánimo o agitación.

Sentí con mis propios músculos cada kilo que fue aumentando, y agradecí desde lo más profundo de mi ser, cada onza de resistencia y fuerza que fue ganando, permitiendo que ella corriera más y que yo la cargara menos.

Muchos me preguntan "¿cómo se viaja con un perro?", refiriéndose más que nada a toda esta dinámica que acabo de describir y que ocurre sobre la carretera. Sin embargo, viajar con Delta no termina al llegar a nuestro destino y bajarnos de nuestros respectivos vehículos. Es criar y cuidar un ser vivo y enérgico en cada momento del viaje. Es analizar cada creencia y decisión que me nace desde una intención subjetiva de hacer lo "correcto". Fue aún más complicado considerando nuestro contexto particular—sin la rutina, estabilidad, ni experiencia suficiente como para entender o dimensionar lo que el viaje iba a pedir de nosotros.



Una de mis prioridades a lo largo de su crianza siempre ha sido su libertad. Al principio resistía mucho amarrarla, ponerle la correa, o encerrarla en su carrito cuando no fuera para transportarla. Me constaba que ella proviene de una hermosa playa, amplia y extensa, donde hubiera podido gozar justamente de semejantes libertades ilimitadas. Además, de poco me sirvieron— o poco me convencieron— los diferentes argumentos en Google de practicar métodos de subordinación y autoridad para su entrenamiento. Supongo que interpretaba nuestra relación de otra forma. No tanto como si la hubiera adoptado, sino que la había invitado a nuestro viaje, y por lo tanto, buscaría ofrecerle esa misma libertad que buscaba para mí.

Sin embargo, Delta no tardó en convertirse en mi más grande maestra al enseñarme que ella requiere mucho más que el resguardo de su libertad. Que el cuidado de animalitos, sobre todo tan jóvenes, es un proceso mucho más complejo. ¿Pero, cómo podría equivocarme deseando para ella lo mismo que deseo para mí?


Encima de incontables risas y alegrías, viajar con ella me ha dado la oportunidad de reflexionar y re-evaluar lo que significa el acto de "cuidar" para mí.

¿Cómo cuido a los seres que amo?

¿Cómo me han enseñado a cuidar?

¿Cómo me cuido a mí misma,

o cómo debería de estarme cuidando?

A través de mi relación con Delta me di cuenta que es importante comprender

sobre todo nuestro auto-cuidado para poder cuidar mejor de otros.


Al igual que sobre la bicicleta, poco a poco lo estamos aprendiendo a hacer juntas— tanto yo a cuidarla y a cuidarme, como ella a cuidarse y a cuidarme.


A veces significa no arriesgarnos, aunque tengamos la libertad de hacerlo. A veces significa ser más estricta o decir que no, tanto a mí misma como a ella. Estoy conociendo sus limites y necesidades al mismo tiempo que voy reconociendo los míos. Ambas hemos tenido nuestros sustos, caídas, y tropiezos en algún punto, pero cada vez somos un poco más conscientes, abusadas y responsables de nosotras mismas.

Un cambio notorio que surgió más recientemente es en su preocupación y cuidado por nosotros. En una de esas mil vueltas que da la vida, ahora es ella quien vive con una oreja siempre al pendiente, y duerme con un ojito entreabierto y en alerta. No puedo decir que Delta es la perra más obediente del planeta, pero se ha convertido en una digna guardiana y fiel protectora del viaje, sus sentidos siempre atentos a quienes la rodeamos. Tampoco se puede decir si hemos hecho bien o mal, pero sí aseguro que estoy presenciando el florecimiento de un alma muy bella y muy feliz.



Aprovecho este espacio para agradecer a todos los guardianes de perros que conocimos en el camino, y que me compartieron ideas, tips o sugerencias para hacer esta experiencia un poco menos agobiante. A su hermosa familia, que la ha acompañado y que ha aportado en gran parte a su cuidado y a nuestro co-crecimiento: Papá, Mariana, Yeni y Tecas.

...Y a ti chiquis, que nunca vas a leer esto, pero de todos modos, ya los sabes.



125 visualizaciones2 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

2 comentarios


Lilly Ibarra
Lilly Ibarra
14 sept 2021

Hola! Acabo de leer esta historia y me encantó, los animalitos son tan lindos! Los perritos tienen un alma tan pura y tú un corazón tan grande porqué a pesar de tener un viaje planeado aún asi la hicieron parte de su familia. Felicidades!

Me gusta
Alysia
Alysia
27 abr 2022
Contestando a

Jaja ayyy acabo de leer tu comentario pero muchas gracias!! Y sí, Delta se ha convertido en una GRAN parte de esta familia, la queremos mucho <33

Me gusta
Post: Blog2 Post
  • Instagram

©2021 by With My Dad

bottom of page